"Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos".

B. Russell

martes, 19 de octubre de 2010

Ellos.



Corrimos demasiado. Quisimos a galope, y esa es la mejor forma de querer para verlo perderse en cualquier esquina de la historia. Si al menos hubiéramos sabido hacía donde corríamos... Y ya no quedó más tiempo para cambiar las líneas de las manos, ni área de descanso donde recurrir al mapa. Sólo besos paliativos, urgencia, adicción. Y entender que no, y dejarnos precipitadamente, a galope. Y no volver a conducir por tus arterias y salir del hielo volviendo a llamar, pidiendo un nuevo asalto. Decías: "la madera siempre quiere arder".
Por mi memoria pasan ahora los buenos momentos, como una manada de elefantes tristes que tardan horas en salir de nuestra vista, y no acierto a saber si fue amor o ganas de arder, ni por que nuestro futuro siempre estuvo tan mal peinado. Si la palabra nosotros alguna vez rimó con sosiego, si busco en otras bocas lo que tuve contigo o lo que no llegué a tener…
Pero ya no importa el camino que tomemos, al final el fuego se ha consumido, quizás todo fue demasiado rápido o excesivamente lento, la cuestión es que donde hubo fuego, siempre quedan cenizas.



Y ahora, por favor, antes de irte, grítame.
Lo que has oído, grítame, fuerte, muy fuerte. Grítame todo lo que no quiero oír. Todos mis defectos, las cosas que no soportas de mí. Échame en cara todas y cada una de las veces que te hice sentir mal, que te decepcioné, que te hice pensar eso de "pensaba que eras diferente". Enfádate conmigo, dime que soy una niñata mimada y quejica, que a ver si un día maduro. Dime todo eso que la gente no le dice a los demás, dime lo que verdaderamente piensas de mí. Pero después de eso, hazme un favor, solo uno. Dime que me quieres, pese a todas las verdades que me has gritado, solo dime que me quieres...

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