"Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos".

B. Russell

martes, 26 de octubre de 2010

SENTIR, CREER, VIVIR.

No podemos hablar de sentimientos si lo que decimos no es cierto, al igual que no deberíamos de hablar de amor si somos incapaces de sentirlo o lo evitamos a toda costa.
Hay gente tan sumamente egoísta que habla de amor cuando realmente sólo conoce un tipo, el amor propio.
No deberíamos regalar los oídos con simples te quieros si no los sentimos realmente, pero esto de la realidad se queda bastante lejos. Somos tan egocéntricos y egoístas que a veces simplemente lo decimos para que nos venga de vuelta, y el querer no es eso, no es necesario decirle a alguien te quiero mil veces, lo bonito es no tener que decirlo porque esa persona sabe que lo sientes realmente pero como he dicho anteriormente... estamos tan acostumbrados a decirlo y escucharlo, que cuando de nosotros salen esas palabras desprendidas sin la necesidad de haberlas pensado porque sencillamente lo sentimos es inútil, pues no sabremos diferenciar un te quiero de verdad a un te quiero vacío.

Y yo me he quedado vacía, con mis te quieros al aire y mis sentimientos aplastados en jaulas para que no puedan salir, me he quedado con el corazón helado en una mano para que no puedan rompérmelo más, y es que al fin y al cabo todos hablamos de sentimientos pero hasta que no duelen, no sabemos si son reales.


Por eso dudo tanto que alguna vez me hayas querido de verdad y eso sí que es triste.




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Seis años después de aquella noche en la que sin decirse adiós se despidieron, volvieron a encontrarse, nada tenían que ver aquellos adolescentes con mentes perdidas y planes de universidad, con ganas de vivir y de dejarlo todo atrás, ahora todo era distinto, ambos habían terminado la universidad y habían aterrizado, creían tener con tan sólo 25 años los pies en la tierra, tres meses después de aquella noche de Julio decidieron perder el contacto, quizás fue la circunstancia o simplemente necesidad, pero la cuestión era que estaban allí de nuevo, el uno frente al otro, después de dos meses hablando decidieron verse en aquella ciudad que tanto les dio, aquella ciudad que fue escenario de su noviazgo y testigo de su abandono. Hacía meses que ninguno de los dos visitaba Granada después de decidir años atrás irse a vivir lejos, ella echó raíces de Barcelona mientras que él decidió que Valencia era una bonita ciudad para trabajar como ingeniero.
Él llegó antes que ella, diez minutos antes de las 18:00 y ella no tardó mucho en aparecer, no se habían visto desde entonces y ambos habían cambiado tanto físicamente que si se hubiesen visto por la calle antes no se hubiesen reconocido, o quizás si... si en los ojos...
Se quedaron ambos boquiabiertos al verse, era como un espejismo, seis años son muchos años, habían cambiado pero seguían siendo la misma persona.
Se dieron dos simples besos en la mejilla, pero eran sus besos, cálidos, tímidos y con necesidad, comentaron cuanto habían cambiado y las horas pasaron volando... Pasearon por toda Granada hasta que les sorprendió el anochecer y decidieron ir a cenar juntos, las horas, como hacía mas de 6 años, se convirtieron en minutos y las sonrisas y las miradas que estaban escondida comenzaron a salir sin necesidad de palabras.

Se habían echado de menos, no cabía duda, de alguna forma estaban destinados a echarse de menos, aquella noche y un hotel de Granada fueron testigos de todo lo que quedaba entre ellos, hicieron el amor toda la noche, volvieron a sentirse, a ser uno sólo en dosparecía que el tiempo en realidad nunca había trascurrido.
Durmieron abrazados hasta el amanecer pero cuando él despertó ella ya no estaba allí, en su lugar sólo encontró un sobre encima de la cama que contenía la mitad de un folio y escrito a bolígrafo negro, era aquella letra que nunca había podido olvidar, recta, fina y limpia.
Era una despedida, sólo eran unos párrafos, lo suficiente para saber que querían decir: "Eres y has sido lo que más he querido en mi vida, te he querido como a nadie y al mirarte sigo viendo al mismo niño indeciso y tímido que eras cuando te conocí pero mi camino ya no es este y aunque no estés a mi lado siempre estarás conmigo, es inevitable que no lo estés. Nos veremos dentro de seis años y si no me buscas, yo te encontraré."



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